Se estima que en torno al 30 % de la población padece algún tipo de alergia, más incluso en urbes contaminadas por la polución. Este dato se recrudece entre individuos jóvenes (en torno al 45 % en niños en edad escolar), lo que implica que la incidencia de las alergias al polvo en la sociedad será todavía mayor cuando estos lleguen a la edad adulta.
Aunque se tiene conocimiento de la existencia de alergias desde tiempos antiguos, no fue hasta el s. XIX cuando comenzó a estudiarse con rigurosidad debido al crecimiento de la fiebre del heno en los países que estaban experimentando un ‘boom’ industrial. Posteriormente, ya en el s. XX, tuvo lugar el descubrimiento de los mecanismos de inmunidad, lo que potenció todavía más la investigación en este campo.
Gracias a ello, hoy en día sabemos que algunos factores externos pueden favorecer la sintomatología de las alergias. Los cambios bruscos de temperatura, los ambientes húmedos o el viento pueden afectar gravemente a las personas que sufren alergias al polvo.
De igual forma, la contaminación, el tabaquismo y los productos químicos pueden acentuar de manera intensa el desarrollo de alergias y la aparición de sus síntomas. No obstante, igual que se conocen factores que favorecen o facilitan la reacción del organismo, también existen métodos para conseguir el efecto contrario.
Entre los principales síntomas de las alergias al polvo se encuentran los estornudos, la presión facial, picor en la nariz o la garganta e incluso dificultad para respirar.
Estas son algunas de las recomendaciones más útiles para prevenir las alergias al polvo en el hogar:
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Poniendo en práctica estos sencillos consejos se conseguirá mantener en jaque a la población de ácaros, una subclase de arácnidos de dimensiones microscópicas que proliferan en entornos domésticos y almacenes y que se ven favorecidos por los ambientes de clima templado y humedad relativa alta.
Estos diminutos seres proliferan especialmente en fibras textiles, como las alfombrillas de baño, las almohadas o las mantas, ya que se alimentan de las escamas de piel muerta que se desprenden de los individuos.
Los ácaros domésticos podrían ser catalogados como inofensivos, ya que no muerden ni contagian enfermedades, pero sus deposiciones, al volatilizarse y mezclarse con la mucosa nasal y bronquial de los individuos, son capaces de provocar en personas alérgicas síntomas severos.
Aunque la primavera es la época en la que todos pensamos que aparecen más síntomas de alergias al polvo debido a la polinización de las gramíneas y el olivo, la estación otoñal supone también para millones de personas un recrudecimiento de la sintomatología alérgica, por lo que sería un gran error descuidar la prevención en esta época.
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